Entrevista a guionista Daniella Castagno: “En televisión falta más gente que le guste la televisión”

Daniella Castagno es una prolífica y exitosa guionista chilena, pero no sólo eso: es también una gran luchadora por los derechos de los guionistas de nuestro país. De hecho, lleva años trabajando por los derechos de sus pares en múltiples ámbitos, destacándose entre ellos, el siempre difícil entorno de los derechos de autor, campo en el que actualmente se desempeña como vicepresidenta de la Sociedad de Directores Audiovisuales, Guionistas y Dramaturgos –ATN-.

En su rol creativo, es autora de célebres teleseries que han sobresalido tanto a nivel nacional como internacional, entre ellas “Yo Soy Lorenzo” (MEGA), “Ámbar” (MEGA), “Papá a la Deriva” (MEGA), “Aquí Mando Yo” (TVN), “Vuelve Temprano” (TVN), “Brujas” (Canal 13), “Ámame” (TVN), “Rojo y Miel” (TVN), “Doña Bella” (RCN Televisión) y “La Marca del Deseo” (RCN Televisión).

Su pasión por contar historias comenzó a muy temprana edad, escribiendo cuentos y participando en talleres que dictaba el laureado escritor Roque Esteban Scarpa, quien la impulsó decisivamente en este camino.

Cabe señalar que su padre, el destacado guionista argentino Néstor Castagno -autor de “La Torre 10”, entre tantos otros éxitos televisivos- no sólo fue fundador de ATN junto a Ricardo Larraín y Silvio Caiozzi, sino que también fue quien la introdujo en el oficio de escribir teleseries, mientras ella aún era estudiante de la carrera de periodismo. Desde entonces, juntos conformaron una dupla creativa imparable que se prolongó hasta el día en que Néstor falleció (2005). Pese a ello, Daniella continuó con una original y relevante trayectoria profesional, llegando a trabajar para Televisa y, posteriormente, liderando equipos de escritores de teleseries, tanto en RCN Televisión de Colombia, como en diversos canales chilenos. Actualmente desarrolla contenidos de ficción para Sony Pictures Entertainment y es Jefa de Proyectos y Guiones en canal MEGA.

 

¿Cómo abordas los proyectos y guiones para las teleseries?

En general, las preguntas que me hago para contar una historia tienen que ver con lo que estamos hablando hoy en día como sociedad. Busco temas que podrían identificar a la gente y de los cuales yo también me sienta parte. Por ejemplo, hubo un tiempo en que, a mi alrededor, empezaron a separarse varios amigos. Así nació la teleserie “Separados”. En “Papá a la deriva” me pareció apasionante descubrir el mundo de los marinos y tener de protagonista a una lanchera de Valparaíso. Para mí era algo que, en ese momento, representaba nuestra identidad, en contraste con lo que estábamos viendo en las teleseries turcas. Entonces, siempre me estoy preguntando ‘¿Qué es lo nuestro?’ y con eso voy jugando. Es un proceso entretenido, difícil y muy largo. El trabajo de una teleserie es de 90 horas o más, y en ese recorrido es complejo intentar que los personajes no se pierdan, o que los temas no se reiteren. Además, es una obra en equipo. Tengo mucha gente opinando: compañeros, jefes, directores, productores, actores. En el fondo, tienes que intentar moverte con tu idea, tratando que no se te pierda en el camino, pero al mismo tiempo rescatando el aporte de todos.

¿De dónde surge tu inspiración para escribir?

Trato de salir harto, moverme, para no quedarme sólo con el grupo de amigas que representan un pequeño sector de la sociedad. Hay un mundo al que me voy abriendo. Por supuesto que también ando en micro,  en metro, hago talleres, escucho a la gente, observo y viajo todo lo que puedo. Cuando estoy en la calle, voy sintiendo y descubriendo la identidad propia del lugar. Lo que trato de hacer no es inventar algo nuevo, sino que rescatar y re-crear la identidad de los lugares que observo.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con tu papá, el guionista Néstor Castagno?

Muy entretenida. Los dos éramos muy apasionados y peleadores, pero también nos perdonábamos rápidamente. Éramos una dupla entusiasta, siempre con ganas de hacer miles de cosas juntos, y nos gustaba ir de allá para acá. Cuando escribo, siempre avanzo muy rápido. Después me voy dando el tiempo para retroceder y reescribir. Es una lógica que tiene que ver con la relación que nosotros teníamos y con lo parecidos que éramos. Hoy en día me cuesta mucho tener relaciones laborales con otras personas que no sean de la misma manera, porque fueron hartos años trabajando juntos (desde 1993 a 2005) y quedé acostumbrada a ese ritmo acelerado de trabajo.

¿Cuál ha sido el aprendizaje más importante que te legó para este oficio?

La disciplina en los horarios para escribir y estar siempre reescribiendo. Con él aprendí que nunca hay un momento en que puedas decir ‘está listo’. Si tú me das otra oportunidad, yo lo puedo volver a hacer.

¿Cómo son tus horarios de escritura?

Depende de lo que tenga que escribir. Todas las escenas de comedia las escribo en la mañana, porque es un horario más energético para mí. Cuando tengo que hacer escenas más emotivas o más profundas, lo hago en la noche, porque hay mayor silencio y uno está más sensible.

¿Cómo ha sido vivir la actual crisis y los cambios por los que atraviesa la televisión?

Es un momento súper difícil, porque detrás de la tremenda industria, detrás de los canales y las marcas, están las personas que uno quiere. Yo partí mi vida en los canales, de la mano de mi papá, cuando tenía cuatro años y él hacía programas infantiles en Canal13. Luego, me desarrollé como guionista en TVN. Conozco a los iluminadores, camarógrafos, sonidistas, vestuaristas, desde toda la vida. Esa gente que uno quiere y con la que te has criado, con la que has compartido en los pasillos, esa gente que te hace posible los sueños como creador, es la más trabajadora y también los primeros en ser despedidos. Lo mismo me ha pasado al ver cómo han desvinculado a alumnos a los que les hice clases, gente que formé y que fueron parte de mi equipo. Es terrible ver cómo se desarman equipos completos.

¿Cuál es tu visión respecto a la forma en que se están enfrentando estos cambios en las áreas dramáticas de los canales de TV?

La industria está cambiando, y obviamente, hay luchas económicas y de poder detrás de esto. Además, hay gente que no tiene idea de tele ¡y da cátedras! Ponen asesores que no han tenido ningún gran éxito televisivo. Es doloroso. Y algo que a mí me da mucha rabia y me parece injusto, es ver personas que se han mandado las embarradas más grandes y que siguen dando vueltas por los canales como reyes, mientras que quienes se han sacado la mugre trabajando y haciéndole caso a los que se equivocaron, volaron. Por eso creo que en televisión falta más gente que le guste la televisión, y en las teleseries falta gente que le guste las teleseries. Una de mis críticas permanentes es a esos jefes que dicen ‘yo no veo tele’, porque no puedes llegar a un lugar a hacer algo que desprecias. Lamentablemente, esta situación se ha repetido mucho. Para mí, la televisión es la evolución de lo que fue el teatro popular y tienes un alcance inmenso: la misión de entretener y de identificar al público. No se trata de hacer algo para un nicho, porque la TV es por esencia masiva. Te aseguro que hay muchos que aún no lo entienden. Yo tuve la suerte de conocer escritores que amaban este género, como Arturo Moya Grau, Jorge Marchant, Fernando Aragón, Sergio Vodanovic, o mi papá (Néstro Castagno). Ellos las veían y comentaban. Yo los escuchaba y me encanté también.  Hugo Miller me decía que las telenovelas son como los Cantares de Gesta. Si te dedicas a esto, realmente tienes que ser capaz de sentir el género, mejorarlo, pero no dejar que desaparezca, y muchas veces falta que las personas idóneas hagan la pega. Algunas la están haciendo y eso se agradece, pero falta mucho más. Me encantaría que en este medio se termine el lobby y aparezca el talento. Nos iría muchísimo mejor y el público lo agradecería tanto.

¿Cuál crees tú que ha sido tu mejor obra?

Sin lugar a dudas, mi familia. Es mi mayor orgullo, mi gran triunfo y donde creo que he puesto, y pongo, cada día lo mejor de mi.

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